Tardé un mes en escribir este blog porque me dediqué a varios temas que la empresa necesitaba para iniciar bien el año, pero igual queda un nuevo tema del cual escribiré más adelante: la procrastinación.
Vamos a lo nuestro, la Navidad 2020. Todo el año fue muy extraño, complejo en todo sentido. Quizás te pasó igual que a mi, de planificar proyectos grandes y buenos, vacacionando o simplemente teniendo un año tranquilo; y de repente... Caos total.
No vale la pena quedarnos en esto, vivimos el encierro, la falta de alimentos, la cancelación de proyectos y los despidos masivos... Solo lo recuerdo porque, cada día que pasaba esperaba que estemos más cerca de la vacuna, de que los proyectos que teníamos en el horno puedan concretarse, que lleguemos a fin de año y podamos estar juntos de nuevo; quizás por negación pero quería que sea así.
Mientras llegaban las noticias de las vacunas, y sabíamos que no nos íbamos a vacunar hasta el 2021 (y quizás el 2022), igual empezamos a reunirnos de a poco en familia. A mis amigos no los veo desde hace un año, pero al menos a mis hermanos y papás los volví a ver desde septiembre, algunos meses sin verlos hicieron que las reuniones sean bocanadas de aire fresco a pesar de tener 0 contacto físico. Con esto, incluso llegamos a pensar en reunirnos por Navidad con mis papás, mis hermanos y sobrinos, mi suegra y mi cuñado; esto considerando que las reuniones de Navidad y Año Nuevo suelen darse con los primos, tíos, sobrinos en segundo grado y amigos.
Cuando llegó diciembre, llegó el repunte de contagios por las fiestas y reuniones que se tuvieron por distintos feriados; así que tomamos la decisión de no reunirnos incluso antes de que el Gobierno disponga que las reuniones no pueden pasar de 10 personas y con toque de queda. Así, nos preparamos para tener una triste Navidad, sin celebración.
Cuando llegó el 24 de diciembre, nos organizamos para visitar a mi mamá y tomar un chocolate con ella y la familia de mi hermana (son 5 en total); esta fue la adaptación al desayuno que usualmente teníamos también con mi hermano (a él y a su esposa no la vemos desde que inició la pandemia), es una reunión sencilla y tranquila que definitivamente no se acerca a la fiesta que usualmente tenemos a la medianoche con toda la familia. Después de esta reunión, regresamos a nuestra casa con mi mamá, a quien invitamos a pasar la noche con nosotros para que no se quede sola durante Nochebuena; pensando en que iba a ser una cena tranquila y que mis hijas duerman temprano.
Todo parecía que iba a ser como pensábamos, las niñas jugando, mi suegra conversando con mi mamá, la comida preparándose y villancicos sonando. Y poco a poco, sin darnos cuenta, todos empezamos a conversar más, a reír y ver cómo las niñas empezaban a jugar con sus regalos! Y creo que todo cambió justamente cuando hicimos un pequeño truco tecnológico para que mis hijas escuchen a Santa y vean sus regalos, ahí nos sentimos en Navidad y una muy familiar. El resto de la noche para los adultos fue comer juntos, reír y disfrutar; para las niñas, jugar hasta más no poder. Por supuesto que extrañamos a mis hermanos, a mis tíos y sobrinos, a los mismos personajes pero del lado de mi esposa; pero a su vez, con mi esposa disfrutamos tanto esta noche porque también se fue la presión de ir a todas las reuniones; a cenar en casa de mi suegra con toda la familia política y luego correr a la reunión de mi familia extendida para luego llegar a dormir a las 3am... Y a las 6am, a jugar con las niñas que sí durmieron más!
Días más tarde, conversé con mi hermana y vivió lo mismo, una Navidad familiar y tranquila junto a su esposo e hijos, con una paz y diversión diferente. Hemos decidido cambiar nuestra tradición para los años a seguir, vamos a tener estas reuniones más tranquilas e íntimas, y el 25 nos juntaremos todos por la tarde. Y mientras escribo esto, me sale una sonrisa pensando en lo bonito que será volver a ver a mis primos y tíos, pero sin consumirnos ni llenarnos de estrés.
Por supuesto que esta es mi historia, no la de todos; algunos la habrán pasado mejor y otras peor, quizás otros tuvieron reuniones grandes y otros ni se reunieron... No trato dar lecciones de vida, solo aprendizajes para mi:
Si todo el año 2020 me llevó a disfrutar el crecimiento de mis hijas, también me llevó a valorar una reunión íntima, más basada en la familia que en el consumo.
Todo puede ir mal, en otro post les contaré cómo mi año terminó con una pésima noticia sobre un proyecto que era clave para la empresa y mi familia, pero al final del día lo que más valoro es tener a mis seres queridos juntos y sanos. Ojo, igual me enojaré y frustraré por el trabajo y las deudas, pero hay algo que pesa mucho más.
Muchas veces tememos a lo nuevo, sobretodo cuando tenemos una "claridad" de qué estamos cambiando para mal; pero también son oportunidades que nos pueden llevar a mejores cosas.
En fin, esperaba una Navidad fría y triste, me llevé una Navidad cálida, familiar y muy alegre!
Comments